El fronterizo, 1896-12-05 |
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ffíício dk suí-crición : Por un fo, ?S.fO T r Ffif meses, $1 50 Tres it esep, 75 ctvos., números tueltos 10 ti vos. Anuncios: por í sd r.jf z líneas, primera inser-ción $1,50, porcada repetición 75 etvof. Pago adelantado. Fr, Fkonterizo pe publica todos Jos pábados pr la raaña-i:r. ; lo? comunicados de interés general Fe insertarán gratis, y los de interés purticular á precios rn ver'eiín'ea. Caklcs I. Vklasco, Prop, Semanario de IlPolitica, Industria, Comercio, Variedades, y Anuncios. -gf Año XIX. Tucson, cirizona, E. U., Sábado, Diciembre 5 de 1SÍJ8. f? i T7TD OsTnnir? to rs La Guerra rjg Caía. El actual movimiento revolu. cionario de las Antillas ba venido a poner a la órdeu del dia una vieja cuestión do derecho político americano que tiene pa ra Jos republicanos del continente una importancia verdaderamente capital. Nadie ignora que el desarrollo natural de aquel derecho, ba se j guido paso a paso el rumbo de las aspiraciones abrigadas porf nuestras nacionalidades, duran, te todo el periodo de su forma cion y desenvolvimiento con titucional. Relajados los lazos de unión bi&tcricu que ataban a América a la cola de los caballos de guerra de la corona es pañola, el primer pensamiento de libertadores de 1810 fué dar al nuevo continente una civili zacion que guardara estrecha conecciou eou loe. sentimientos y modo de ser de las nacientes nacionalidades americanas. Na-die ha olvida lo los esfuerzos desplegados por aquellos libertadores en esa empresa gigan tesca. Las luchas nacida al calor de nuevas ideas fueron, como se tabe, bautizadas desde el primer momento por los espíritus reaccionarios de Europa con el apodo, poco evangélico, por cierto, de revueltas de facciosos, solo diguas de los avances y consecuencias de las olas deinu. gógicns creadas en América por los principios liberticidas pro clamados por los autores de la epopeya de 1810. . Tal dijeron y esclamaron, en-tTe carcajadas y contorsiones, los que en Esptña y América atizaban los odios de la Santa Alianza, solamente con el propó sito de daepedazar a los golpt-s del absolutismo europeo las haces fundamentales de las comui nidades americanas. El Nuevo Mundo comprendió entonces trinas que están en flagrante y abierta contradicción con el mo do de ser político y social de las vieja- comunidades europeas-Busca su ideal, nó en el fondo tenebroso de lo pasado, tal cual fio hace la monarquía española. amo en principios y teorías que arrancan su orijeu de altas y nobles afecciones del sentí míen to republicano. La obra de Eu ropa en íue,xico, rerü, Unile y I Centro America en 1s diveisos I períodos de la existencia ton&-1 titucional de esos países, demuestra de un modo claro y evidente la diferencia de aspi' raciones que existe entre el vio. jo y el nuevo muudo- El actual problema que se de-bale en las Antillas entraña una cuestión eminentemente ameri cana. Los reaccionarios de todas ias edades veu en ese conflicto revolucionario solo la obra liberticida é ignominiosa de unos cuantos macheteros sin conciencia que se han levantado en hora desgraciad contra la bande ra de las Españas. Los que tal diceu ignoran las leyes que n gen Jas i evoluciones sociales; no comprenden la lógica que existe en todo acontecimiento político que tiene sus raices en la ju-sti cia y eu origen en la conciencia y dignidad de un continente. Pueden llamui'ta espúreos macheteros los que luchan en favor de la independencia de su suelo? Sun dignos del vituperio público 1 que trabajan desinteresadamente en pro de la constitución racional de un pueblo qje Hora todavía la pérdida de tus derechos en los antros d-íl despotismo estranjero? Prohijar semejantes despropósitos es pretcMidor debviar el criterio público con denu-t s que tolo sirven para ennegrecer la bandera que re quiere de- Su patrón e muy severo, dijo Eurique sonriendo. El vive también en la casa? Nó, señor; él vive en su casa no ios uampos iMiseoi. A quien, entonces se puede escandalizar aqui? A los otros arrendatarios, dijo la portera con gravedad. Eurique, conocieudo que la portera no era inclinada á ha- leer inadencias.se limitó á. na. un deseo: que se borra jume que le condujese a los o memoria cuanto había i ti"03 departamentos. Uno de éstos le llenó el pus a fender.- Felizmente, americana está da que hoy luchan en la opinión partí ue los las Antillas I 'lar un n amor y, bamubii orefirió una flnr porfecta claridad cuáles !aa sombra de los pabellones msurreccionales- Preteuder eon discursazos y artículos iudijeslos y ampulo nos, cubrir de sombras la vi la de Martí, Gómez o Maceo no t,-s defender dignamente la causa de España. Las.revolucionea Ee miden por la miseria o santidad de las ideas que sirven la pedestal a sus programa?. Cuando en un movimiento social cualquiera existen principios y hombres, la lójica enseña que debemos estudiar primero la razón de ese movimiento y después, y solo deapues, los hombres que lo encarnan y defienden. Ekte camino es el señalado por la justicia y la verdad. MH1GS0S BEL CORAZON. con eran los propósitos y pretensiones abrigadas por España con respecto al rumbo y nuevo destino de eus antiguas pocesionea de ultramar. En este momento histórico, de grandes ambiciones para Europa y de crueles zozobras para América, tuvo lugar un hecho político que continua bieudo la uiaí santa y legítima aspiración de nuestras nacionalidades. Hablamos de la célebre Declaración de principio hecha, con motivo de las locas temeridades de la Santa Alianza, por uno de los mas ilustres presidentes que jamas haya tenido la Union América. Nos referimos a Mouroe, que eu diciembre de 1823, al presenciar los avances criminales de La Santa Alianza desde las alturas del capitolio norte-Ame ricauo, "anunció al mundo que estaba dispuesto a no permitir que ninguna potencia estraña de Europa interviniese en las con-tiendas políticas del nuevo hemisferio." . Tal declaración, encarnación genuina de un gran sentimiento, es pautó a España, hizo temblar 1-pendon de Mettesnich, cerebro de la Santa Alianza, & imprimió nuevos y mas elevados rumbos a las aspiraciones de las secciones americanas. El abismo de sangre abierto por la asombrosa guerra de la lude-pendencia en vez de desaparecer, tal o cual lo exijia la tendencia niveladora dol humano progreso, mostró al mundo una faz verdaderamente aterradora, dando ocaaion a que principios de derecho, fundados en la naturaleza misma de nuestras sociabilidades, hicieran mas profunda la escisión moral entre las democracias nacidas al calor de los principios de lSlOylas viejas monarquías arrinconadas en las oscuridades del absolutismo latino . . . . La obra civilizadora de la redención social de aquel año empezó con la abjuración solemne de las ideas que constituían la base orgánica del eoloniage. Esa abjuraciou fué y es uatural: la civilización española, no podia ni puede er bandera de progre so o' de combate de naciouali- POR Jorge Ohnet. (Continuación) Estas lijera escapadas de En rique nunca fueron sorprendi-drt? por BU3 padrea, porque no alteraban en lo menor su carác ter, y sus hábitos. Siempre, al salir de la casa, se despedía de su madre, á quien besaba con efusión, lo mismo que cuando era un bebe ái ella le invitaba A hacerle compañía eu un concierto, en una visita ó en otra ceremonia, él la complacía del modo más amable. Igualmente se amoldaba á los gustos do eu padre y no habia ejemplo de que éste snliese sin su hijo cuando iba á dar caza á las liebres en los campos de su propie dad. El único defecto de Enrique, á los ujos de sus padres, era el no tener ninguno, porque la perfección llega á ser una inferioridad en este picaro mundo que muestra más indulgencia para los vicios que admiración para las virtudes. Volviendo de Tolón, por el tren de lujo, Enrique Tresorier, mal humorado, se arrinconó en un ángulo de su coupé tratando de dormir par matar el tiempo. bus empeños iueron inútiles. Los recuerdos tumub tuosos de ese día extraordinario su peilume lucse pureza. Convino, mar. a Jila uu que pensaba en de dos grandes pueblos la Francia y la Rusia, uuidos en solemue abrazo eu el mundo ci vilizado y, en medio de todos sus recuerdos, se destacaba, co mo una aparición celestial, la figura risueña y placentera de una bellísima niña á quien ja más podría olvidar. De repen te, sugía también la figura áspe ra y solemne del diputado radi- cal y Eurique no tenia eutón ees tino es de su pasado eu aquel día. Pero, á pesar suyo, la imagen de la ni ña se destacaba con mayor vive za y al fin en ella se concentraba, de un modo absoluto la atea ciou de liiiirique. Llegado á Paris y ocupado en sus tareas habituales, Enriaua formó el propósito de dominar su corazón sofocando la pasión nscieute que le agitaba. Se con sagró á los negocios con más empeño, buscó distracciones eou más ardor é hizo cuanto fué po sible para olvidar á la única mu . ii. . í i ger que nania cautivauo us a-fectos. Pero "ówo olvidar! e lia estaba confundida con su propio sor, era el alma de su alma y la voluntad no bastaba pa ra dar su imagen al olvido! Lr U9 más mortificaba á Enrique ern ignorar el nombre de buulis ico de su amada. Llamarla señorita Courcier le parecía una profanación indigna. Q'ié podía haber de común entre uuu criatura angeiic-.l y un hombre salido dal vulgo, que predicaba j la revolución, que pretendía con j mover a la gocie;Jtil en sus ci miento? Enrique necesitaba oiubre al objsto de su n i subiendo si ela se llosa, Marta ó María, valerse del nombro de l que por su blancura y ! imagen de ia j pue--, n 11a- :a" cada vez ella, es decir continuamente. Al cabo de una semana el carácter da Enrique había cambia do tanto que sus amigos, sin ex cepción, se lo hicieron notar 3' le preguntaron la causa de su troiformacíón. Si.'sus padres 3 sus amigos hubieran disimulado tavez ia crisis habría eido pa sagera porque él mismo, desean do ocultar sus eenti míenlos, bu biera tratado de olvidar. Pero las preguntas repetidas: qué tienes? estás eufermo? qué te afije? le irritaban, eu vez de cor regirle, y llegaron á dar uotorie dad á fu situación. Entonces el abandonó la lucha consigo mismo y se declaró vencido por su corazóu. Una mañana hojeaba eu su escritorio un Guia de Paris y casual tríente levó esta indicación : "Oourcier ( Julio, ) diputa do de Seine y Marne, calle Spon ni, 48. Cerró el libro, enceu-dió un cigarro y se dirigió al es critorio de otro compañero de trabajo para distraerse conversando. Pero á las cuatro de la tarde, luego que salió á la calle, llamó un coche y se hizo condu cir á la calle Spontini, esquina de la Avenida Víctor Hugo. A llí descendió y se puso á marchar lentamente buscando el uú mero 43; pronto le encontró en una casa de cinco pisos. Da rante un rato estuyo indeciso sobre loque debía hacer; por fin divisó an anuncio que decía así: Se arrienda un departamen to. Con el pretesto de visitar el departamento penetró en la casa y ee dirigió á la habitación del portero. Le recibió uua mu ger flaca y enfermiza, que esta1 ba cosiendo- El manifestó inte resarse por l departamento 3' la niuger le dijo: Tenemos tres departamen. tos; dos con ventanas al patio y uno con vei.-uias á la calle, por mil tre?cu-: t s, mil cien y mil do6 cientos francos. Si el se-ñor quiere visitarlos estoy á sus órdenes. Eurique cantestó afirmativamente y la portera le coudujo primero al departamento del se gundo piso, que tenia ventanas á la calle. Es muy grande para mi solo, dijo Enrique. Ah! El señor vive solo? En tónces debo prevenir al señor jAt. lio,. t,, lo fi-Piiin lx ! tomaban su mente por asalto .ha!h Ir. hurvpnir v mis I v le arrebatabau todo reposo. t - j j . . . - , i i - i espaldas todas las grandezas de Se presentaba a su imaginación que m propietario uo 4uiei. la epopeya revoluciouaria de el cuadro maravilloso de aque- j cibir sino arrondatanos que ee 1810. América va en pos de doc-1 lia apoteosis de la fraternidad an tranquilos. to. Sus veutanas daban vista hermosos jardiues. Este me conviene, dijo á la portera; míe, como yo vendré á trabajar, necesito saber si en la casa iiav niños bulliciosos 6 Dro fesorr-s de canto ó piano. No los hay, contestó la portera; el departamento de arriba lo ocupa un empleado, soltero, que sale desde las nueve de la inañHua y 110 vuelve hasta las seis de la tarde. Eu el departa mentó de abajo vive uu diputa do. Jiioriqus se sol rojo 3' para tranquuizarso dj: Un diputado? Oh! Olí! él debe vivir eu mucha agitación. Que oinut.udo es? Uted sabe hay que cuidarse de los anar quistas. No tema usted par eso, dijo la portera. Este diputado es más bieu una protección pwru la c6h- Es radical, pero buen uoLucre. ror 10 demás, e recibe sus visitas eu la cámara, poique vive con su hija Mire usted; allí está la señorita, eu el patio, cuidando sus florea. . . . Eurique, tratando de aparentar sangre fria, miró hácia el pa tio sin cercarse bieu á la venta na. Aicaiizo a ver a bu amada, que s ocupaba en regar unas plantas de rosas marchitas con 1 8i Ciiior uel día. Ijus lineas gvai J ciosas de su cuerpo ta dibuja j ban Mbr el fondo oscuro de un iiia';i.'.i de arboles 3' arbustos, j S is cab'-lios rubios, peinados con mucha sencillez, eran un j hermoso adorno para su rostro, j tí u. traje de cas, muy modesto, le seutabet mejor tal vez que el I que veítia eu la licita de Tolón. Eurique hizo uu supremo es- fuerzo para uo permanecer eu muda coutomplacióu y dijo á la portera: Dice usted que vale mil cien francos? Me parece caro. -Lo dejau eu mil francos, pero sin asearlo, -Poco importa! Eitá, bieu limpio. sPero ea necesario pagar seis meses anticipados; ea la ro-gla de la casa. z Eu eso uo habrá dificultad. Aguárdeme usted hasta mañana; á esta misma hora vendré á dar le una contestación difinitiva. Enrique dió diez francos á la portera, dirigió una última mirada al patio y salió despidiéndose hasta el día siguiente. Se le había ocurrido la idea de arrendar el departamento; pero quería pensar bien la cosa para no cometer una impruJeu cia, ni despertar sospechas. Au te todo necesitaba conservarse iucoguito y para conseguir esto, tenía que adoptar uu nombre falso. Después debía fiujir al guaa ocupación visible y ganar se la confiauza de la portera y su marido. Meditando en es tas y otras cosas, resolvió no lie var adelante su proyecto y pasó la noche en su casa con ánimo más contento que en los días anteriores. Pero al día siguien te, á las cinco de la tarde, estaba en la calle Spontini N ? 43 y arrendaba el departamento con el nombre de Enrique Gervais. CAPITULO IV. Tres días después, Courcier salía de su casa, á las cuatro !: la tarde, y se cruzó en el zaguán coa uu joven que le saludó respetuosamente quitándose el som brero. El diputado hizo cou la mano un majestuoso ademíu y siguió su camino, pensaudo: Ah! es el joven que estaba con noso tros en la falúu, en Tolón; pero que viene a nacer aquí? Por uu hábito d e desconfianza, adquirido en su época de conspirador, Courcier entró en la habitación de la portera y le dijo en tono inquisitorial. Qvieu es el joven que aca ba de entrar? Ah! el señor Gervais un nuevo arrendatario. -,Pero quien és y qué hace este uervaisr Un estudiante da derecho que acaba de graduarse de abogado. Dice que ha lomado este departamento para cumplir los estutos del gremio, que le obligan á teuer un domicilio; pero come y duerme en casa de su fa milia. Qué departamento ocupa? 111 el seguudo piso, el que corresponde al que ocupa usted. oien, gracias! courcier disimuló un gesto oa desagraao y salió á la calle libertades, otros más prácticos conseguían hacerse nombrar go bernadores de las colonias, jefes de distintas administraciones, Ministros ó Presidentes de lus independencia. Jamás habia i-do á una Iglesia, ni habia abier to el c;iteei :no; por consiguiente, no h-ibia hecho su primera Comunión, ni snhiu 1 nu t ni rr-n. v 1 . ... . i uaiuaiia. u'ij a u un u u-iijia SlgUlUCaUU. y provecno; ei se -queaaoa siem diciéndose: Si será un espía? Lío veremos! f 1 r r juanuo regreso a ia casa ee dirigió al jardín y observo las ventauas del departamento del nuevo arreutatario. Nada des cubrió porque estaban sin luz. Hacía uua hora que Enrique ge había retirado. Deseando saber si su hija ha bía notado algo anormal, Cour cier le dijo: Sabias, hija, que el depar tamento de arriba se ha arreu dado? Nó, no Jo sabia, contestó la uiña; pero no me sorprende, porque nace tre días hubo mu cho ruido en la escalera como si subieran muebles. El arrenda tario debe ser muy tranquilo, porque no ee hace sentir. -Sabes quien es ete arrendatario?Aquel joven de las fiestas ru sas eu Toióu La niña manifestó uua sor presa tan acentuada que su pa dre 110 pudo dejar de decir: Eu verdad, es un encuem tro muy extraordinario. Lila tuvo tiempo de regexio nar y, un poco iuquieta, replicó: 01, muy extraordinario! conoces tú á ese caballero? , Absolutamente: Es un a-bogado y se apellida Gervais, ee gúu dice la portera. Pronto sa bré á que atenerme; me bastará escribir do3 palabras al prefeto de policía. Tú no harás eso para mortificar a este pobre joven. Tú sabes cuan torpes y mal criados son los agentes de pidicia. Va3a que lo sé! Muchas ve ees tuve que sufrir por causa de ellos; pero lu- es diferente, ellos estau á mi disposición. Pediie solamente que vigilen al tal Gervais sin que él lo sospeche. - Ia niña no pareció muy satis fecha, pero guardó silencio. Un iustiuto le decia que sra necesa rio dejar morir esa conversa cióu y distraer á su padre con otro asunto. Le habló de políti ca y le preguutó eu qué estado se hallaba la crisis ministerial. Courcier, que hacia dos años pretendía uua cartera, dió rienda suelta á sus criminaciones contra la ingratitud de los hom bres. El encargado de formar el nuevo Ministerio era Jacqui mot, hombre á quien Courcier habia servido, en sus primeros pasos políticos. "Todo me lo debe, decia Courcier; sin mi a3ru da jamás habría Balido de la oscuridad en que vivía. Y ahora que tiene en sus manos el po der, es ingrato cou eu amigo y olvida á su compañero de los dias de desgraeia." Eu efecto, Courcier y Jacquimot habían ea tado presos por razones polítii cas y juuto8 habían pasado por muy duras pruebas. El diputa do radical se eetnía herido en el alma porque Jacquimot no se a cordaba de él ni para una sub secretaria de Estado. Courcier lo confesaba, él uo era orador y en Jesto consistía su iuferiori dad para llegar á los alt03 pues tos. "Tú no puedes ocupar la tribuna por más de un cuarto de hora, le decia Jacquimot; y para ser ministro se necesita ha blar, hablar porque éste es el ú nico modo de vencer á los dipu tados que resisten y de hipuoti zarlos á todos, lo mismo que u na nodriza cou sus monótonas canciones adormece á un niño que no tiene sueño." Courcier no se conformaba cou esto. El era honrado, tenia uua yida limpia; pero otros que subían no podían decir lo mismo. Y así, miéntras él no paiaba de ser un socialista resuelto á dis tribuir al pueblo la fortuna pú blica y un demócrata capaz de dar la vida en defensa de las él pre en la misma situaciou qu desde el principio habia ocupa do. En ciertos momentos el cora zou de Courcier rebosaba d a margura. Entouces compren dia á Robes pi-jrre y soñaba con restaurar el tribunal revolucio nano y restablecer Ja guillotina eu la plaza de la Concordia. Pe ro tenia la delicadeza de ocultar á su hija esos rencores. Amaba tiernamente & esta niña y, pjr un sentimiento de probidad ph terual, cuidaba de no turbar con iermeutoa de odio ese cora zon casto y dulce- Distraido con estas aniargu ras, Uourcier no volvió a pensar eu el nuevo arrendatario. Jim camDio su mía peusaoa por e lia y por él. Quien seria este joven? se preguntaba eÜH, por que venía á instalarse en su mis ma casa? Su conducta en las fiestas de Tolón habia 6Ído la de un hombre muy culto 3r acos tumbrado á la buena sociedad. No podia dudarse de que perte necia á uua familia aristocráti ca. uomo explicarse, entonces, que viniera á habitar uu peque fio departamento de la calle Spontani, á los pocos dia de su casual encuentro? El asunto daba motivo para que se preocu para esta niña, qu9 era muy dis creta y no tenia nada de román tica. Por la primara vez de su vida ella perdió el sueño y pasó una noche intranquila. Hasta entonces su existencia no habia sido muy feliz. Su pa dre la amaba y era bondadoso con ella; pero, habiendo perdido á su madre en la infancia, ha bia crecido sin conocer las dul ees caricias, los tiernos cuida dos del amor maternal. Eu su corazón dominaba la tristeza que es propia de los huérfanos. La pobresa de su padre era tara bieu una causa de sufrimiento. '.Juchas veces faltaba el dinero para pagar el arrieudo de la caca y esto originaba continuas mudauzas. Courcier era redac tor de uu diario socialista cuyo dueño, para demostrar siu duda loque sou la igualdad y la fraternidad, se trataba él mismo con lujo y pagaba á sus escrito res con uua ración de hambre. Para poder vivir Courcier tuvo que buscar otro trabajo más ma terial y consiguió la agencia de uua fábrica de bebidas. Courcier admiraba al socialis ta Biauqui. Un dia, arrebatado por el entusiasmo, dijo á Biauqui: "Maestro, os venero como á mi Dios!" Blanaui le contesto con aspereza: "Ciudadano Courcier, en esas palabras hay uu doble disparate. Yo uo puedo ser vuestro maestro y vuestro Dios, porque un hay Dios, ni Jaestro!" De?pues de a muerte de Blanqui, Courcier se declaró apóstol de su doctrina y la predicaba con ciega cou vicción en su diario, en los Clubs y las asambleas populares El estaba persuadido de que la religión teuía á los hombr-js esclavizados y de que Francia no seria libre miéntras no corta se sus relaciones con el Papa. Creia que era posible suprimir la propiedad privada y hacr que el Estado repartiese los bienes entre todos los ciudadanos con relacióu á las necesidades de cada cual. Pedia la supresión del ejercito cou la certidum bre de que, en caso de guerra, bastaría que la población se a-cercase al ejercito enemigo, agitando ramas verdes y cautando himnos fraternales, para que las armás cayesen de todas las manos y el conflicto terminase eh uua fusión general, preludio de la República Universal. Escribía todo esto cou la más candorosa buena fé y estaba prouto á hacer correr torrentes de sangre, principiando por su3'a, para asegurar tan graudes bienes á la humanidad. Courcier habia educado á su pija en los principios má3 ám-hlios de libertad intelectual. La niña fué bautizada porque au madre, que era piados?, alcanzó á cumplir este mandato de la Después creció eu la I religión. Continuará LA FERIA. Con esplendidez se están ha ciendo los preparativos déla. Gran Feria que va a teuer lugar en el suntuoso edificio da-la nueva catedral de esta ciudad de Tucson, Arizona, eu las noches de les dias 8 al 12 del preseute mes de diciembre. El objeto es reunir fondos con que poder terminar las obra en construc ción del edificio, el cual sera el mas grande y mas h-sruuso eu esta parte de! pais. Abrirán la Feria el Venera-rabie Arzobispo Don Juan Bau tista Salpointe y su Ilustrieitna Don Pedro B xirgade, Obispo de Arizona, pronunciando el primero un breve discurso eu espa-ñol y el segundo otro en ingles. La junta directiva de la Feria, ha recibido de México, California, Nuevo México, Arizoua y otras partes, "un grau numero de presentes de raro mérito y valor, y de I03 cuales vau a ser dedicados algunos a las señoras, seño-ritfti y caballeros que resulten. electos en el certamen de popu-r laridad que se esta arreglando y verificara eu la Feria, y los de-mas se aplicaran a la rifa qüe igualmente tendrá verificativo en el mismo lugar y dias cita-don " " Habrá en ia Feria puestos de córa los con esquisto gusto y al cargo de apreciohilisimas seño- ' ras y bellas señoritas, para I4 venta de bonitos juguetes, dulces, flores, artículos de fantasía, helado, chocalate, marisco; y de las cinco de la tarde a las diez de la uoche se servirau .las mejores comidai al estilo mexicano y americano. Habrá también, una oíiciua de correos, muy bonito juego americano, y una de esas famosas decidoras de la bue-ua ventura, que se la dirá a las personas que quieran por uu precio equitativo a su interés J a su rango. ' En la segunda y ultima uoche de la Feria unas señoras presentaran, cou la gracia é inteligencia que eP.as lo saben hacer, varios hermosos cuadros figurando estatuas, representadas por distinguidas señoritas. To-das las noches habrá música, canto y recitaciones, y en la ultima sera cerrada la Feria coa discursos pronunciados en español por los señorea Eederico Ronstadt y Carlos Y. Velasno, y en iugle por los señorea S. M. Frauklin y C. W. Wright. Siu duda que esta Feria dará los mas satisfactorios resultados, superando a cuantas se han hecho eu esta ciudad, y concurrirán gran numero de excursionistas de Sonora y otras partes de deutro y fuera de Arizona. Para que el resultado sea lo ma3 altamente brillante, muy apreciabies damas católicas y protestantes están haciendo loables esfuerzoa en pro de la realización de tan levautado objeto y le estau dedicando su tiempo y sus mejores ideas. Da. Teodora Sepúlveda, residente eu Tucson, desea teuer al guua noticia de su hijo Ramón Ruiz, de 19 años de edad, y que salió de aqui en el mes de Junio del corriente año. La última noticia que de él tuvo, fué que ee hallaba en Pino, Texas. Mu cho, pues, se agradecerá la noti cia riirijieudola á la redacción de "El Fronterizo." El que necesite de carros para toda clase de fletes para cual quiera parte, ocurra desde luego con el Sr. Bernardo Navarro, así como por cualquiera cantidad de leña. El Sr. Navarro dará exacto cumplimiento L todas las órdenes que se lecoa-fien. de Raíz de Taébol de una cura secura para, 1 Té Kurl, es la Jaqueca y todas las enfermedades de I03 nervios. Nada ali via tan pronto. De venta eu Ia botica ile Geo Martiu,
Object Description
Title | El fronterizo, 1896-12-05 |
Description | El fronterizo, 1896-12-05; Volume 19; Number 904 |
Description- | Published in Tucson, AZ once a week. |
Publisher | Carlos Y. Velasco |
Contributors | Editor: Carlos Y. Velasco |
Date | 1896-12-05 |
Type | Newspaper |
Source | Newspaper |
Language | Spanish |
Relation | Historic Mexican and Mexican-American Press |
Coverage | 1882-1884, 1887-1897, 1904-1908 |
Rights | The contents of this collection are available to the public for use in research, teaching, and private study. U.S. Copyright and intellectual property laws may apply to the resources made available through this site. |
Description
Title | El fronterizo, 1896-12-05 |
Description | Page 1 |
Description- | Published in Tucson, AZ once a week. |
Publisher | Carlos Y. Velasco |
Contributors | Editor: Carlos Y. Velasco |
Date | 1896-12-05 |
Type | Newspaper |
Source | Newspaper |
Language | Spanish |
Relation | El fronterizo, 1896-12-05 |
Coverage | 1882-1884, 1887-1897, 1904-1908 |
Rights | The contents of this collection are available to the public for use in research, teaching, and private study. U.S. Copyright and intellectual property laws may apply to the resources made available through this site. |
Full-text | ffíício dk suí-crición : Por un fo, ?S.fO T r Ffif meses, $1 50 Tres it esep, 75 ctvos., números tueltos 10 ti vos. Anuncios: por í sd r.jf z líneas, primera inser-ción $1,50, porcada repetición 75 etvof. Pago adelantado. Fr, Fkonterizo pe publica todos Jos pábados pr la raaña-i:r. ; lo? comunicados de interés general Fe insertarán gratis, y los de interés purticular á precios rn ver'eiín'ea. Caklcs I. Vklasco, Prop, Semanario de IlPolitica, Industria, Comercio, Variedades, y Anuncios. -gf Año XIX. Tucson, cirizona, E. U., Sábado, Diciembre 5 de 1SÍJ8. f? i T7TD OsTnnir? to rs La Guerra rjg Caía. El actual movimiento revolu. cionario de las Antillas ba venido a poner a la órdeu del dia una vieja cuestión do derecho político americano que tiene pa ra Jos republicanos del continente una importancia verdaderamente capital. Nadie ignora que el desarrollo natural de aquel derecho, ba se j guido paso a paso el rumbo de las aspiraciones abrigadas porf nuestras nacionalidades, duran, te todo el periodo de su forma cion y desenvolvimiento con titucional. Relajados los lazos de unión bi&tcricu que ataban a América a la cola de los caballos de guerra de la corona es pañola, el primer pensamiento de libertadores de 1810 fué dar al nuevo continente una civili zacion que guardara estrecha conecciou eou loe. sentimientos y modo de ser de las nacientes nacionalidades americanas. Na-die ha olvida lo los esfuerzos desplegados por aquellos libertadores en esa empresa gigan tesca. Las luchas nacida al calor de nuevas ideas fueron, como se tabe, bautizadas desde el primer momento por los espíritus reaccionarios de Europa con el apodo, poco evangélico, por cierto, de revueltas de facciosos, solo diguas de los avances y consecuencias de las olas deinu. gógicns creadas en América por los principios liberticidas pro clamados por los autores de la epopeya de 1810. . Tal dijeron y esclamaron, en-tTe carcajadas y contorsiones, los que en Esptña y América atizaban los odios de la Santa Alianza, solamente con el propó sito de daepedazar a los golpt-s del absolutismo europeo las haces fundamentales de las comui nidades americanas. El Nuevo Mundo comprendió entonces trinas que están en flagrante y abierta contradicción con el mo do de ser político y social de las vieja- comunidades europeas-Busca su ideal, nó en el fondo tenebroso de lo pasado, tal cual fio hace la monarquía española. amo en principios y teorías que arrancan su orijeu de altas y nobles afecciones del sentí míen to republicano. La obra de Eu ropa en íue,xico, rerü, Unile y I Centro America en 1s diveisos I períodos de la existencia ton&-1 titucional de esos países, demuestra de un modo claro y evidente la diferencia de aspi' raciones que existe entre el vio. jo y el nuevo muudo- El actual problema que se de-bale en las Antillas entraña una cuestión eminentemente ameri cana. Los reaccionarios de todas ias edades veu en ese conflicto revolucionario solo la obra liberticida é ignominiosa de unos cuantos macheteros sin conciencia que se han levantado en hora desgraciad contra la bande ra de las Españas. Los que tal diceu ignoran las leyes que n gen Jas i evoluciones sociales; no comprenden la lógica que existe en todo acontecimiento político que tiene sus raices en la ju-sti cia y eu origen en la conciencia y dignidad de un continente. Pueden llamui'ta espúreos macheteros los que luchan en favor de la independencia de su suelo? Sun dignos del vituperio público 1 que trabajan desinteresadamente en pro de la constitución racional de un pueblo qje Hora todavía la pérdida de tus derechos en los antros d-íl despotismo estranjero? Prohijar semejantes despropósitos es pretcMidor debviar el criterio público con denu-t s que tolo sirven para ennegrecer la bandera que re quiere de- Su patrón e muy severo, dijo Eurique sonriendo. El vive también en la casa? Nó, señor; él vive en su casa no ios uampos iMiseoi. A quien, entonces se puede escandalizar aqui? A los otros arrendatarios, dijo la portera con gravedad. Eurique, conocieudo que la portera no era inclinada á ha- leer inadencias.se limitó á. na. un deseo: que se borra jume que le condujese a los o memoria cuanto había i ti"03 departamentos. Uno de éstos le llenó el pus a fender.- Felizmente, americana está da que hoy luchan en la opinión partí ue los las Antillas I 'lar un n amor y, bamubii orefirió una flnr porfecta claridad cuáles !aa sombra de los pabellones msurreccionales- Preteuder eon discursazos y artículos iudijeslos y ampulo nos, cubrir de sombras la vi la de Martí, Gómez o Maceo no t,-s defender dignamente la causa de España. Las.revolucionea Ee miden por la miseria o santidad de las ideas que sirven la pedestal a sus programa?. Cuando en un movimiento social cualquiera existen principios y hombres, la lójica enseña que debemos estudiar primero la razón de ese movimiento y después, y solo deapues, los hombres que lo encarnan y defienden. Ekte camino es el señalado por la justicia y la verdad. MH1GS0S BEL CORAZON. con eran los propósitos y pretensiones abrigadas por España con respecto al rumbo y nuevo destino de eus antiguas pocesionea de ultramar. En este momento histórico, de grandes ambiciones para Europa y de crueles zozobras para América, tuvo lugar un hecho político que continua bieudo la uiaí santa y legítima aspiración de nuestras nacionalidades. Hablamos de la célebre Declaración de principio hecha, con motivo de las locas temeridades de la Santa Alianza, por uno de los mas ilustres presidentes que jamas haya tenido la Union América. Nos referimos a Mouroe, que eu diciembre de 1823, al presenciar los avances criminales de La Santa Alianza desde las alturas del capitolio norte-Ame ricauo, "anunció al mundo que estaba dispuesto a no permitir que ninguna potencia estraña de Europa interviniese en las con-tiendas políticas del nuevo hemisferio." . Tal declaración, encarnación genuina de un gran sentimiento, es pautó a España, hizo temblar 1-pendon de Mettesnich, cerebro de la Santa Alianza, & imprimió nuevos y mas elevados rumbos a las aspiraciones de las secciones americanas. El abismo de sangre abierto por la asombrosa guerra de la lude-pendencia en vez de desaparecer, tal o cual lo exijia la tendencia niveladora dol humano progreso, mostró al mundo una faz verdaderamente aterradora, dando ocaaion a que principios de derecho, fundados en la naturaleza misma de nuestras sociabilidades, hicieran mas profunda la escisión moral entre las democracias nacidas al calor de los principios de lSlOylas viejas monarquías arrinconadas en las oscuridades del absolutismo latino . . . . La obra civilizadora de la redención social de aquel año empezó con la abjuración solemne de las ideas que constituían la base orgánica del eoloniage. Esa abjuraciou fué y es uatural: la civilización española, no podia ni puede er bandera de progre so o' de combate de naciouali- POR Jorge Ohnet. (Continuación) Estas lijera escapadas de En rique nunca fueron sorprendi-drt? por BU3 padrea, porque no alteraban en lo menor su carác ter, y sus hábitos. Siempre, al salir de la casa, se despedía de su madre, á quien besaba con efusión, lo mismo que cuando era un bebe ái ella le invitaba A hacerle compañía eu un concierto, en una visita ó en otra ceremonia, él la complacía del modo más amable. Igualmente se amoldaba á los gustos do eu padre y no habia ejemplo de que éste snliese sin su hijo cuando iba á dar caza á las liebres en los campos de su propie dad. El único defecto de Enrique, á los ujos de sus padres, era el no tener ninguno, porque la perfección llega á ser una inferioridad en este picaro mundo que muestra más indulgencia para los vicios que admiración para las virtudes. Volviendo de Tolón, por el tren de lujo, Enrique Tresorier, mal humorado, se arrinconó en un ángulo de su coupé tratando de dormir par matar el tiempo. bus empeños iueron inútiles. Los recuerdos tumub tuosos de ese día extraordinario su peilume lucse pureza. Convino, mar. a Jila uu que pensaba en de dos grandes pueblos la Francia y la Rusia, uuidos en solemue abrazo eu el mundo ci vilizado y, en medio de todos sus recuerdos, se destacaba, co mo una aparición celestial, la figura risueña y placentera de una bellísima niña á quien ja más podría olvidar. De repen te, sugía también la figura áspe ra y solemne del diputado radi- cal y Eurique no tenia eutón ees tino es de su pasado eu aquel día. Pero, á pesar suyo, la imagen de la ni ña se destacaba con mayor vive za y al fin en ella se concentraba, de un modo absoluto la atea ciou de liiiirique. Llegado á Paris y ocupado en sus tareas habituales, Enriaua formó el propósito de dominar su corazón sofocando la pasión nscieute que le agitaba. Se con sagró á los negocios con más empeño, buscó distracciones eou más ardor é hizo cuanto fué po sible para olvidar á la única mu . ii. . í i ger que nania cautivauo us a-fectos. Pero "ówo olvidar! e lia estaba confundida con su propio sor, era el alma de su alma y la voluntad no bastaba pa ra dar su imagen al olvido! Lr U9 más mortificaba á Enrique ern ignorar el nombre de buulis ico de su amada. Llamarla señorita Courcier le parecía una profanación indigna. Q'ié podía haber de común entre uuu criatura angeiic-.l y un hombre salido dal vulgo, que predicaba j la revolución, que pretendía con j mover a la gocie;Jtil en sus ci miento? Enrique necesitaba oiubre al objsto de su n i subiendo si ela se llosa, Marta ó María, valerse del nombro de l que por su blancura y ! imagen de ia j pue--, n 11a- :a" cada vez ella, es decir continuamente. Al cabo de una semana el carácter da Enrique había cambia do tanto que sus amigos, sin ex cepción, se lo hicieron notar 3' le preguntaron la causa de su troiformacíón. Si.'sus padres 3 sus amigos hubieran disimulado tavez ia crisis habría eido pa sagera porque él mismo, desean do ocultar sus eenti míenlos, bu biera tratado de olvidar. Pero las preguntas repetidas: qué tienes? estás eufermo? qué te afije? le irritaban, eu vez de cor regirle, y llegaron á dar uotorie dad á fu situación. Entonces el abandonó la lucha consigo mismo y se declaró vencido por su corazóu. Una mañana hojeaba eu su escritorio un Guia de Paris y casual tríente levó esta indicación : "Oourcier ( Julio, ) diputa do de Seine y Marne, calle Spon ni, 48. Cerró el libro, enceu-dió un cigarro y se dirigió al es critorio de otro compañero de trabajo para distraerse conversando. Pero á las cuatro de la tarde, luego que salió á la calle, llamó un coche y se hizo condu cir á la calle Spontini, esquina de la Avenida Víctor Hugo. A llí descendió y se puso á marchar lentamente buscando el uú mero 43; pronto le encontró en una casa de cinco pisos. Da rante un rato estuyo indeciso sobre loque debía hacer; por fin divisó an anuncio que decía así: Se arrienda un departamen to. Con el pretesto de visitar el departamento penetró en la casa y ee dirigió á la habitación del portero. Le recibió uua mu ger flaca y enfermiza, que esta1 ba cosiendo- El manifestó inte resarse por l departamento 3' la niuger le dijo: Tenemos tres departamen. tos; dos con ventanas al patio y uno con vei.-uias á la calle, por mil tre?cu-: t s, mil cien y mil do6 cientos francos. Si el se-ñor quiere visitarlos estoy á sus órdenes. Eurique cantestó afirmativamente y la portera le coudujo primero al departamento del se gundo piso, que tenia ventanas á la calle. Es muy grande para mi solo, dijo Enrique. Ah! El señor vive solo? En tónces debo prevenir al señor jAt. lio,. t,, lo fi-Piiin lx ! tomaban su mente por asalto .ha!h Ir. hurvpnir v mis I v le arrebatabau todo reposo. t - j j . . . - , i i - i espaldas todas las grandezas de Se presentaba a su imaginación que m propietario uo 4uiei. la epopeya revoluciouaria de el cuadro maravilloso de aque- j cibir sino arrondatanos que ee 1810. América va en pos de doc-1 lia apoteosis de la fraternidad an tranquilos. to. Sus veutanas daban vista hermosos jardiues. Este me conviene, dijo á la portera; míe, como yo vendré á trabajar, necesito saber si en la casa iiav niños bulliciosos 6 Dro fesorr-s de canto ó piano. No los hay, contestó la portera; el departamento de arriba lo ocupa un empleado, soltero, que sale desde las nueve de la inañHua y 110 vuelve hasta las seis de la tarde. Eu el departa mentó de abajo vive uu diputa do. Jiioriqus se sol rojo 3' para tranquuizarso dj: Un diputado? Oh! Olí! él debe vivir eu mucha agitación. Que oinut.udo es? Uted sabe hay que cuidarse de los anar quistas. No tema usted par eso, dijo la portera. Este diputado es más bieu una protección pwru la c6h- Es radical, pero buen uoLucre. ror 10 demás, e recibe sus visitas eu la cámara, poique vive con su hija Mire usted; allí está la señorita, eu el patio, cuidando sus florea. . . . Eurique, tratando de aparentar sangre fria, miró hácia el pa tio sin cercarse bieu á la venta na. Aicaiizo a ver a bu amada, que s ocupaba en regar unas plantas de rosas marchitas con 1 8i Ciiior uel día. Ijus lineas gvai J ciosas de su cuerpo ta dibuja j ban Mbr el fondo oscuro de un iiia';i.'.i de arboles 3' arbustos, j S is cab'-lios rubios, peinados con mucha sencillez, eran un j hermoso adorno para su rostro, j tí u. traje de cas, muy modesto, le seutabet mejor tal vez que el I que veítia eu la licita de Tolón. Eurique hizo uu supremo es- fuerzo para uo permanecer eu muda coutomplacióu y dijo á la portera: Dice usted que vale mil cien francos? Me parece caro. -Lo dejau eu mil francos, pero sin asearlo, -Poco importa! Eitá, bieu limpio. sPero ea necesario pagar seis meses anticipados; ea la ro-gla de la casa. z Eu eso uo habrá dificultad. Aguárdeme usted hasta mañana; á esta misma hora vendré á dar le una contestación difinitiva. Enrique dió diez francos á la portera, dirigió una última mirada al patio y salió despidiéndose hasta el día siguiente. Se le había ocurrido la idea de arrendar el departamento; pero quería pensar bien la cosa para no cometer una impruJeu cia, ni despertar sospechas. Au te todo necesitaba conservarse iucoguito y para conseguir esto, tenía que adoptar uu nombre falso. Después debía fiujir al guaa ocupación visible y ganar se la confiauza de la portera y su marido. Meditando en es tas y otras cosas, resolvió no lie var adelante su proyecto y pasó la noche en su casa con ánimo más contento que en los días anteriores. Pero al día siguien te, á las cinco de la tarde, estaba en la calle Spontini N ? 43 y arrendaba el departamento con el nombre de Enrique Gervais. CAPITULO IV. Tres días después, Courcier salía de su casa, á las cuatro !: la tarde, y se cruzó en el zaguán coa uu joven que le saludó respetuosamente quitándose el som brero. El diputado hizo cou la mano un majestuoso ademíu y siguió su camino, pensaudo: Ah! es el joven que estaba con noso tros en la falúu, en Tolón; pero que viene a nacer aquí? Por uu hábito d e desconfianza, adquirido en su época de conspirador, Courcier entró en la habitación de la portera y le dijo en tono inquisitorial. Qvieu es el joven que aca ba de entrar? Ah! el señor Gervais un nuevo arrendatario. -,Pero quien és y qué hace este uervaisr Un estudiante da derecho que acaba de graduarse de abogado. Dice que ha lomado este departamento para cumplir los estutos del gremio, que le obligan á teuer un domicilio; pero come y duerme en casa de su fa milia. Qué departamento ocupa? 111 el seguudo piso, el que corresponde al que ocupa usted. oien, gracias! courcier disimuló un gesto oa desagraao y salió á la calle libertades, otros más prácticos conseguían hacerse nombrar go bernadores de las colonias, jefes de distintas administraciones, Ministros ó Presidentes de lus independencia. Jamás habia i-do á una Iglesia, ni habia abier to el c;iteei :no; por consiguiente, no h-ibia hecho su primera Comunión, ni snhiu 1 nu t ni rr-n. v 1 . ... . i uaiuaiia. u'ij a u un u u-iijia SlgUlUCaUU. y provecno; ei se -queaaoa siem diciéndose: Si será un espía? Lío veremos! f 1 r r juanuo regreso a ia casa ee dirigió al jardín y observo las ventauas del departamento del nuevo arreutatario. Nada des cubrió porque estaban sin luz. Hacía uua hora que Enrique ge había retirado. Deseando saber si su hija ha bía notado algo anormal, Cour cier le dijo: Sabias, hija, que el depar tamento de arriba se ha arreu dado? Nó, no Jo sabia, contestó la uiña; pero no me sorprende, porque nace tre días hubo mu cho ruido en la escalera como si subieran muebles. El arrenda tario debe ser muy tranquilo, porque no ee hace sentir. -Sabes quien es ete arrendatario?Aquel joven de las fiestas ru sas eu Toióu La niña manifestó uua sor presa tan acentuada que su pa dre 110 pudo dejar de decir: Eu verdad, es un encuem tro muy extraordinario. Lila tuvo tiempo de regexio nar y, un poco iuquieta, replicó: 01, muy extraordinario! conoces tú á ese caballero? , Absolutamente: Es un a-bogado y se apellida Gervais, ee gúu dice la portera. Pronto sa bré á que atenerme; me bastará escribir do3 palabras al prefeto de policía. Tú no harás eso para mortificar a este pobre joven. Tú sabes cuan torpes y mal criados son los agentes de pidicia. Va3a que lo sé! Muchas ve ees tuve que sufrir por causa de ellos; pero lu- es diferente, ellos estau á mi disposición. Pediie solamente que vigilen al tal Gervais sin que él lo sospeche. - Ia niña no pareció muy satis fecha, pero guardó silencio. Un iustiuto le decia que sra necesa rio dejar morir esa conversa cióu y distraer á su padre con otro asunto. Le habló de políti ca y le preguutó eu qué estado se hallaba la crisis ministerial. Courcier, que hacia dos años pretendía uua cartera, dió rienda suelta á sus criminaciones contra la ingratitud de los hom bres. El encargado de formar el nuevo Ministerio era Jacqui mot, hombre á quien Courcier habia servido, en sus primeros pasos políticos. "Todo me lo debe, decia Courcier; sin mi a3ru da jamás habría Balido de la oscuridad en que vivía. Y ahora que tiene en sus manos el po der, es ingrato cou eu amigo y olvida á su compañero de los dias de desgraeia." Eu efecto, Courcier y Jacquimot habían ea tado presos por razones polítii cas y juuto8 habían pasado por muy duras pruebas. El diputa do radical se eetnía herido en el alma porque Jacquimot no se a cordaba de él ni para una sub secretaria de Estado. Courcier lo confesaba, él uo era orador y en Jesto consistía su iuferiori dad para llegar á los alt03 pues tos. "Tú no puedes ocupar la tribuna por más de un cuarto de hora, le decia Jacquimot; y para ser ministro se necesita ha blar, hablar porque éste es el ú nico modo de vencer á los dipu tados que resisten y de hipuoti zarlos á todos, lo mismo que u na nodriza cou sus monótonas canciones adormece á un niño que no tiene sueño." Courcier no se conformaba cou esto. El era honrado, tenia uua yida limpia; pero otros que subían no podían decir lo mismo. Y así, miéntras él no paiaba de ser un socialista resuelto á dis tribuir al pueblo la fortuna pú blica y un demócrata capaz de dar la vida en defensa de las él pre en la misma situaciou qu desde el principio habia ocupa do. En ciertos momentos el cora zou de Courcier rebosaba d a margura. Entouces compren dia á Robes pi-jrre y soñaba con restaurar el tribunal revolucio nano y restablecer Ja guillotina eu la plaza de la Concordia. Pe ro tenia la delicadeza de ocultar á su hija esos rencores. Amaba tiernamente & esta niña y, pjr un sentimiento de probidad ph terual, cuidaba de no turbar con iermeutoa de odio ese cora zon casto y dulce- Distraido con estas aniargu ras, Uourcier no volvió a pensar eu el nuevo arrendatario. Jim camDio su mía peusaoa por e lia y por él. Quien seria este joven? se preguntaba eÜH, por que venía á instalarse en su mis ma casa? Su conducta en las fiestas de Tolón habia 6Ído la de un hombre muy culto 3r acos tumbrado á la buena sociedad. No podia dudarse de que perte necia á uua familia aristocráti ca. uomo explicarse, entonces, que viniera á habitar uu peque fio departamento de la calle Spontani, á los pocos dia de su casual encuentro? El asunto daba motivo para que se preocu para esta niña, qu9 era muy dis creta y no tenia nada de román tica. Por la primara vez de su vida ella perdió el sueño y pasó una noche intranquila. Hasta entonces su existencia no habia sido muy feliz. Su pa dre la amaba y era bondadoso con ella; pero, habiendo perdido á su madre en la infancia, ha bia crecido sin conocer las dul ees caricias, los tiernos cuida dos del amor maternal. Eu su corazón dominaba la tristeza que es propia de los huérfanos. La pobresa de su padre era tara bieu una causa de sufrimiento. '.Juchas veces faltaba el dinero para pagar el arrieudo de la caca y esto originaba continuas mudauzas. Courcier era redac tor de uu diario socialista cuyo dueño, para demostrar siu duda loque sou la igualdad y la fraternidad, se trataba él mismo con lujo y pagaba á sus escrito res con uua ración de hambre. Para poder vivir Courcier tuvo que buscar otro trabajo más ma terial y consiguió la agencia de uua fábrica de bebidas. Courcier admiraba al socialis ta Biauqui. Un dia, arrebatado por el entusiasmo, dijo á Biauqui: "Maestro, os venero como á mi Dios!" Blanaui le contesto con aspereza: "Ciudadano Courcier, en esas palabras hay uu doble disparate. Yo uo puedo ser vuestro maestro y vuestro Dios, porque un hay Dios, ni Jaestro!" De?pues de a muerte de Blanqui, Courcier se declaró apóstol de su doctrina y la predicaba con ciega cou vicción en su diario, en los Clubs y las asambleas populares El estaba persuadido de que la religión teuía á los hombr-js esclavizados y de que Francia no seria libre miéntras no corta se sus relaciones con el Papa. Creia que era posible suprimir la propiedad privada y hacr que el Estado repartiese los bienes entre todos los ciudadanos con relacióu á las necesidades de cada cual. Pedia la supresión del ejercito cou la certidum bre de que, en caso de guerra, bastaría que la población se a-cercase al ejercito enemigo, agitando ramas verdes y cautando himnos fraternales, para que las armás cayesen de todas las manos y el conflicto terminase eh uua fusión general, preludio de la República Universal. Escribía todo esto cou la más candorosa buena fé y estaba prouto á hacer correr torrentes de sangre, principiando por su3'a, para asegurar tan graudes bienes á la humanidad. Courcier habia educado á su pija en los principios má3 ám-hlios de libertad intelectual. La niña fué bautizada porque au madre, que era piados?, alcanzó á cumplir este mandato de la Después creció eu la I religión. Continuará LA FERIA. Con esplendidez se están ha ciendo los preparativos déla. Gran Feria que va a teuer lugar en el suntuoso edificio da-la nueva catedral de esta ciudad de Tucson, Arizona, eu las noches de les dias 8 al 12 del preseute mes de diciembre. El objeto es reunir fondos con que poder terminar las obra en construc ción del edificio, el cual sera el mas grande y mas h-sruuso eu esta parte de! pais. Abrirán la Feria el Venera-rabie Arzobispo Don Juan Bau tista Salpointe y su Ilustrieitna Don Pedro B xirgade, Obispo de Arizona, pronunciando el primero un breve discurso eu espa-ñol y el segundo otro en ingles. La junta directiva de la Feria, ha recibido de México, California, Nuevo México, Arizoua y otras partes, "un grau numero de presentes de raro mérito y valor, y de I03 cuales vau a ser dedicados algunos a las señoras, seño-ritfti y caballeros que resulten. electos en el certamen de popu-r laridad que se esta arreglando y verificara eu la Feria, y los de-mas se aplicaran a la rifa qüe igualmente tendrá verificativo en el mismo lugar y dias cita-don " " Habrá en ia Feria puestos de córa los con esquisto gusto y al cargo de apreciohilisimas seño- ' ras y bellas señoritas, para I4 venta de bonitos juguetes, dulces, flores, artículos de fantasía, helado, chocalate, marisco; y de las cinco de la tarde a las diez de la uoche se servirau .las mejores comidai al estilo mexicano y americano. Habrá también, una oíiciua de correos, muy bonito juego americano, y una de esas famosas decidoras de la bue-ua ventura, que se la dirá a las personas que quieran por uu precio equitativo a su interés J a su rango. ' En la segunda y ultima uoche de la Feria unas señoras presentaran, cou la gracia é inteligencia que eP.as lo saben hacer, varios hermosos cuadros figurando estatuas, representadas por distinguidas señoritas. To-das las noches habrá música, canto y recitaciones, y en la ultima sera cerrada la Feria coa discursos pronunciados en español por los señorea Eederico Ronstadt y Carlos Y. Velasno, y en iugle por los señorea S. M. Frauklin y C. W. Wright. Siu duda que esta Feria dará los mas satisfactorios resultados, superando a cuantas se han hecho eu esta ciudad, y concurrirán gran numero de excursionistas de Sonora y otras partes de deutro y fuera de Arizona. Para que el resultado sea lo ma3 altamente brillante, muy apreciabies damas católicas y protestantes están haciendo loables esfuerzoa en pro de la realización de tan levautado objeto y le estau dedicando su tiempo y sus mejores ideas. Da. Teodora Sepúlveda, residente eu Tucson, desea teuer al guua noticia de su hijo Ramón Ruiz, de 19 años de edad, y que salió de aqui en el mes de Junio del corriente año. La última noticia que de él tuvo, fué que ee hallaba en Pino, Texas. Mu cho, pues, se agradecerá la noti cia riirijieudola á la redacción de "El Fronterizo." El que necesite de carros para toda clase de fletes para cual quiera parte, ocurra desde luego con el Sr. Bernardo Navarro, así como por cualquiera cantidad de leña. El Sr. Navarro dará exacto cumplimiento L todas las órdenes que se lecoa-fien. de Raíz de Taébol de una cura secura para, 1 Té Kurl, es la Jaqueca y todas las enfermedades de I03 nervios. Nada ali via tan pronto. De venta eu Ia botica ile Geo Martiu, |